VIERNES, 9 DE MAYO
Sobre Kurt Weill, compositor al que seguí durante años para descubrir por qué me conmovía tanto, podría hablar horas. Lograría comparar momentos de su obra, conectarlos, intentar explicar porqué hace que cosas tan sencillas y a veces tan complicadas tengan siempre la misma razón de ser.
Decía Weill de Richard Strauss, que éste consiguió una orquesta que se transformaba en iluminación óptima, que disponía de una cierta ligereza y de una evidencia que al mismo tiempo no renunciaban a la densidad de las partituras wagnerianas. El miedo alemán a la ligereza, a la agilidad, a la facilidad es añejo. Weill se desprendió de él al emigrar a América pero nunca perdió esa iluminación sublime que tanto admiraba en Strauss.
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