DOMINGO, 20 DE ABRIL
Cuando los móviles no existían (sic) tenía una amiga cuyos talentos imitatorios competían con los de sus cuatro hermanas (cinco encantadoras brujitas).
El motivo a imitar era el grito tarzanesco de una vecina que llamaba a su hijo a la hora de la cena. Dominguito estaba siempre en la calle a dos o tres manzanas de su casa y se hacía el sueco. "Dominguitooooooooooooo".
Ahora veo a la fauna urbana gritar por el móvil por cuestiones que parecen tener una importancia "de vida o muerte".
Antes pensaba que las vecinas ululantes eran bárbaras. Sepan los improbables lectores argentinos que no me refiero a que fueran estupendas ni fantásticas, sino cavernícolas.
Hoy las recuerdo casi con nostalgia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario