A principios de los setenta hacer un video musical era otra cosa. En la pantalla aparecían musicos profesionales haciendo su trabajo. Ni eran modelos, ni eran actores, y eran atractivos según el caso. Se vestían como les daba la gana, con poses cómodas y normales para el esqueleto humano. Hoy muchos de ellos no se comerían una rosca.
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